No siempre se empieza por el comienzo…

«Empezaré diciendo la verdad en lugar de empezar por el comienzo». César Brandon Njoku

Mi verdad es que escribo cuentos desde que tengo uso de razón. Mi primer cuento fue un sueño, recuerdo despertar con la imagen vívida y me había gustado tanto que decidí escribir inmediatamente lo que había soñado. Fué un sueño fantástico, donde pasaban cosas sin sentido y en un orden un poco aleatorio. Entonces tuve una epifanía, ¿qué tal si añadía más cosas, personajes, paisajes, diálogos?… y lo que empezó como un ejercicio de memoria terminó por ser una de mis grandes pasiones.

Puedes conseguir la cita de Brandon en su libro: Toda la Felicidad del Universo

Apricity

Hoy aprendí una palabra en inglés antiguo que ya se encuentra en desuso, es decir, que ya está obsoleta. La palabra es «Apricity» y es un sustantivo o nombre. En español se traduce como apricia.

Su significado me parece bellísimo y totalmente vigente. Se traduce como: «El calor del sol en invierno».

Hay lugares e incluso personas que te transmiten «Apricity».

Creo que definitivamente es una palabra que deberíamos disfrutar más tiempo y revivirla. ¿Qué crees?

Kahramanmaraş

Imagen: Demizu Posuka

Las redes están bombardeadas por titulares, vídeos y fotos del Terremoto en Turquía. Imposible evitar verlos y al verlos no conmoverse o desesperarse.

Enseguida pienso en el frío que no dará tregua y el hambre que esta gente ya pasa. En los niños y en las personas que tienen cada segundo que pasa en su contra.

Hice una búsqueda rápida y me encontré con que enseguida se activaron varios voluntarios a ayudar abriendo canales de ayuda para donaciones;

Cruz Roja da la posibilidad de hacer las donaciones en su web o por las siguientes vías en España:

Teléfono: llamando al 900 104 971
SMS: enviando un sms con la palabra TURQUÍA al 38088 (3€ de donación)
Bizum: realizando una transferencia bancaria instantánea por teléfono al 33512

Unicef también pide ayuda y pone a disposición de los ciudadanos su Fondo de Emergencia para realizar donaciones.

Médicos sin fronteras ha movilizado a sus equipos en Turquía y Siria para hacer frente a unas necesidades que, como explican desde la ONG, no dejan de crecer. En su web se pueden hacer donativos.

También está disponible la web Cáritas para realizar donativos.

A penas es el inicio de esta catástrofe que con el tiempo irá cobrando más vidas. Solo queda ayudar en lo posible y rogar que los valientes puedan ayudar a la mayor cantidad de personas posible.

Autoevaluación

Acabo de revisar mis planes para 2022. Los que a mediados de año (Abril) pensé que se derrumbaban sin remedio.

Pude remontar y aunque no logré cumplir el 100% me siento satisfecha, digamos con un 60%. Estoy satisfecha porque esta remontada significó un cambio de rumbo vertiginoso, un cambio de estrategia y redescubrirme en el proceso.

Una de las cosas que tengo pensado cambiar es el contenido de este Blog. Seguiré subiendo cuentos, de hecho estoy preparando un lote navideño. Sin embargo, aún no decido como incorporaré otro tipo de contenido que estoy explorando y creando. No es algo que me quite el sueño, porque de eso se trata todo esto.

Gracias por permanecer allí a pesar de todo, por vuestros mensajes y compañía.

Agradezco infinitamente también por los que se han apuntado a acompañarme es este viaje durante este año que casi termina.

Muchísimas gracias y feliz solsticio de invierno 💙❄️

Cambios

Mi gata siempre es quien busca a mi gato. Él pasa de ella pero la deja estar a su lado.

Hoy ella no ha ido a buscarlo a su sillón porque nota una ausencia. Entonces él desconcertado fue a buscarla con un juguete de regalo.

Ahora es ella quien lo deja estar a su lado.

Ojalá

Una luz cegadora abrasó mis pupilas cuando abrí mis ojos. Y por si eso hubiese sido poco, una ráfaga de aire con polvo y arena golpeó mi rostro. Toda la suciedad se pegó de mis pestañas, sedienta de la poca humedad que quedaba en ellas. Traté de incorporarme, pero un dolor agudo en mi costado izquierdo amenazó con hacerme perder el sentido de nuevo. Así que me quedé como estaba, boca abajo, con el pecho contra el suelo ardiente. Como un soldado agazapado en una trinchera imaginaria.
Inevitablemente esa posición hacía que aspirara la tierra arcillosa y reseca que mi propia respiración levantaba, para después mezclarse con un sabor metálico que reconocía en mi boca, mi propia sangre.
«No he muerto» pensé. «Dios me ayude ahora, debo buscar un refugio si pretendo seguir con vida. Pero primero, tendré que concentrarme en cada fibra de mi cuerpo para poder levantarme». Y así lo hice, pero tardé una eternidad en solo girarme boca arriba. Al menos conseguí respirar mejor. «Descansaré un poco antes de seguir intentando».

El viento siseaba sin cesar en mis oídos, recordándome que estaba solo. Solo me acompañaban un par de moscas que sobrevolaban mi rostro haciendo cosquillas en mi nariz y mi boca. «Deben estar indagando si soy buen candidato para ser su próximo nido de larvas».
Cuando finalmente sentí que ya tenía fuerzas suficientes para intentar levantarme, el suelo crujió detrás de mí y una sombra se posó sobre mi cabeza. Resultó todo un alivio que el sol dejara de golpearme en la cara pero a la vez experimenté un choque de adrenalina que llevó toda la sangre a mi cabeza, al darme cuenta de que no se trataba de alguna nube, sino de una silueta, de alguien.
—Maldita sea mi suerte. –exclamé.
La silueta no respondió, se mantuvo quieta. Era una persona delgada, alta, de cabellos largos. Una mujer quizás. De pie sobre mí, creo que me miraba, sus cabellos ondulaban en el aire, muy lentamente, casi como si estuviesen suspendidos en agua. Apreté mis ojos para tratar de enfocar su rostro, pero estaba borroso y oscuro, con un gran halo de luz incandescente rodeando su cabeza gracias a que tenía el sol detrás. En ese momento pude haber jurado que se trataba de una aparición.
Traté de incorporarme de nuevo con todas mis fuerzas pero solo obtuve por respuesta un dolor intenso en mi pierna derecha que me hizo lanzar un grito al cielo, a la silueta y a quien estuviese por lo menos a 500 metros a la redonda.
—¡¡¡Aaaaargh!!!
El aire empezó a faltarme y me saltaron las lágrimas. Pero aquella silueta no se inmutó. Eso me enfureció y empecé a gritarle directamente.
—¡¿Qué demonios estás mirando?! ¡¿Quién eres?! ¡¿Qué quieres?! ¡¿Acaso no ves que no tengo nada que darte?!
La silueta tampoco respondió a mis preguntas. En cambio, afianzó ambos pies al suelo abriendo un poco las piernas, se inclinó hacia mí un par de veces, como si me estuviese escaneando todo el cuerpo y a la vez me olfateara. Luego, se quedó otra vez inmóvil y me habló. Su voz era lenta, áspera y grave, como si no hubiese hablado en décadas. No poseía ningún tono en particular que me diera pistas de cómo iba a terminar esa conversación.


— ¿Esperas a alguien? –dijo finalmente.
«Definitivamente es una mujer» pensé y luego mi voz interior me apuntó: «Eso no es necesariamente bueno»
—No, en realidad no. O sí, no lo sé. —titubeé— La verdad es que ya no sé lo qué espero.
—Quizás un milagro. Todos ahora esperan uno, a su modo, pero no llegará jamás.
Su negra silueta se movió solo un poco, esa vez creo que atisbaba en el horizonte por si aparecía compañía. Quizás le estaban siguiendo, o esperaba a algún compañero. Luego volvió a bajar su cabeza y continuó su discurso.
—Eres de los que tiene esa ridícula idea de que ocurrirá un milagro que acabará con todos los males, y que revertirá todo este desastre ¿No es así?
—Te equivocas, no creo en milagros.
—Entonces crees que saldrás de ésta por tí mismo. —dijo señalándome de pies a cabeza.
—Por favor, déjame en paz. Ya me las arreglaré, de peores situaciones he salido. Crees que estás viendo lo peor de mí, pero no es así.
—Es curioso. Aún casi muerto, con carroñeros merodeándote a la espera de que pierdas la fuerza suficiente y aún así tienes brío. Quizás es el ímpetu de quién está buscando desesperadamente algo, o a alguien… —hizo una pausa breve y suspiró— Déjame sacarte de tu miseria, esa esperanza que exudas carece de sentido. Nadie conseguirá nada, ni tú ni yo, ni nadie en este mundo absurdo. Aquí hasta Murphy muere. ¿Entiendes?
Al decir esa última frase se llevó la mano a la cintura y temí que sacara un arma para liquidarme. Pero en cambio sacó una especie de bota de cuero que alzó sobre su cabeza para beber un poco. Fue toda una tortura ver las gotas de agua salir de la oscuridad de su rostro para luego caer huérfanas al suelo. Mientras bebía, mi orgullo se hizo a un lado e intenté ganarme alguna de esas gotas de agua.
—Trato de entender, créeme. Pero el caso es que me has visto y te detuviste, ¿puedo preguntarte por qué?— al escucharme dejó de beber y guardó de nuevo la bota. Luego se agachó sobre mí. Sus cabellos hacían cosquillas en mi nariz y mi boca. Toda ella desprendía un aroma muy dulce, a almendras. Nadie huele así naturalmente, pensé. Entonces le provoqué un poco, tanteando su humor.
—Vaya, resulta que también estas buscando a alguien… Uhm, es gracioso…—sonreí
— ¿El qué es gracioso?
— Quizás de verdad entiendas mi tragedia en este punto. No te estoy diciendo que no sé qué doy pena y hasta cierto punto un poco de asco. Pero quien busca algo, o a alguien, así sin esperanzas, a sabiendas de que lo que se le escapa seguirá escapándose, quiero decir, sin tener éxito, ya no es trágico, es gracioso.
— Te crees muy listo ¿eh?
— No lo creo. Lo soy.
Entonces la silueta se echó a reír. Y esa especie de risa sonaba como el viento que se oye a lo lejos desde lo más alto de una montaña. Luego agarró su cabello y lo apartó de mi cara. Pero donde debía aparecer su rostro no había nada, tan solo una gran sombra negra que respiraba almendras.
Ambos guardamos silencio por un instante.
—Estás mal, muy mal y en unas horas empezará a anochecer, ya sabes lo que eso significa —dijo al fin, y de donde debería haber estado su boca salió un vaho blanco.
—Lo sé, pero no creo poder caminar, me temo que tengo una rodilla dislocada. Vete tú, no te preocupes. Me queda una bala amiga en la recámara para cuando llegue el momento, si es que llega.
— Y dudas que llegará —dijo con gran calma— Te convertirás en carroña si continúas aquí. De verdad lo siento, pero mi tiempo se ha agotado y el tuyo está por gastarse también. —De nuevo soltó su cabello y éste volvió a hacerme cosquillas en la nariz.

—Verás forastero, es importante siempre ir un paso adelante, convertir el tiempo en tu aliado. No lo olvides.
Después de hablarme llevó sus manos a donde debería estar su cuello y escuché y diminuto click. Luego tomó mi mano derecha y apretó un colgante y su cadenita dentro de ella. Toda ella estaba extrañamente helada.

—Ten, la necesitarás más que yo. Será tu amuleto y te iluminará a donde vayas. Así podrás proteger a las personas que son importantes para ti. Pero a cambio, para compensarme deberás hablarles a todos de mí, que me has visto y que sigo con vida.
No sabía qué decirle. ¿Y si me preguntan cómo es su rostro, como se describe algo inexistente? Pero no le pregunté eso.
— ¿Por qué me estás ayudando?
—Me recuerdas a alguien. Ahora calla y escúchame bien, No volveré por ti, pero si te cuidas mucho tal vez seas capaz de encontrarme. Mientras tanto, guarda la piedra por mí. ¿Estás preparado?
—No, pero es igual.
Puso su helada mano en mi pierna y un dolor insoportable me hizo gritar tan fuerte que pensé que me saldrían las tripas por la garganta. Luego el dolor cesó y de repente todo se oscureció.

Para cuando recobré el sentido ya asomaba la luz del alba formando una explosión rosa y naranja en el cielo. Yo respiraba mejor y mi rodilla estaba en su sitio y ya no dolía. Me encontraba dentro de lo que parecía una pequeña cueva, recostado de un tronco hueco.
Me pareció que todo aquello no había sido más que un sueño, o quizás estaba muerto. Esta bellísima idea se esfumó cuando busqué en mis bolsillos y encontré la piedra. Eso me recordó que no tendré ninguna ayuda ni a nadie a mi lado hasta encontrarla.
Me puse de pie con mucha dificultad y pude dar un par de pasos torpes hacia la entrada de la cueva. Allí me recosté de una columna formada por una gota de agua que durante siglos arrastró sedimentos. Así de ardua siento que será mi odisea, tendré que recorrer cientos de kilómetros hasta encontrarla. Eso contando con que de igual manera ella siga con vida. No obstante, hasta entonces solo tenía claro una cosa: necesito empezar desde ya mi búsqueda y convertir al tiempo en mi aliado. Ojalá.

Cine

Cuando desperté por un breve instante no reconocí donde estaba. Al fondo había una ventana cerrada y al darme vuelta, mi cara quedó frente a una puerta también cerrada. Por debajo de la puerta se colaba la claridad de la mañana, tímida y helada. A través de las rendijas de la ventana también entraba la luz de la calle y se reflejaba en la pared. Se oían los pasos y voces de la gente que caminaba por la acera dos pisos debajo de esa misma ventana.

Deben ser ya las diez.

Me incorporé en la cama y enseguida recordé que estaba en mi habitación. Abajo se encontraba el salón principal del Cine y detrás de esa puerta, el cuartito de proyección donde pasaba gran parte de mi tiempo. En la pared, en un afiche colgado al lado de mi cama, mostraba su pálido y hermoso rostro. Ella y yo dormíamos juntos cada noche, yo le contaba mis preocupaciones, las tonterías que pensaba durante el día. Sobre todo lo que pensaba cuando proyectaba películas que me aburrían sobremanera. Yo le llevaba cuatro años a Greta, pero acordamos que casi no se notaba la diferencia de edad o al menos no parecía darle mucha importancia.

Me levanté y abrí la puerta que daba a la cocina. Con el aire entró un agradable olor a tierra húmeda, estaba helando así que apresuré a encender el fuego. Mi madre solía encender la candela disponiendo pequeñas astillas de leña en pirámide sobre un pedazo de papel colocado dentro de la hornilla. Yo empecé a cortar algunas astillas con el cuchillo de cocina mientras Greta tarareaba un villancico desde la pared de la habitación.

¿Se levantó ya el dormilón? —preguntó con un afecto parecido al de mi madre mientras llenaba de agua en la palangana— Lávate, que tengo un regalo para ti.

Eso realmente me animó, encendí rápidamente el fuego y puse el agua a calentar. Luego de lavarme fui a paso apresurado a la habitación y encontré el un pequeño paquete aplanado sobre la mesilla de noche. La miré, Greta me respondió con esa mirada tan dulce y adormilada. desbaraté el papel y era otra foto de ella, esta vez enmarcada en un precioso marco plateado.
—¿Te gusta? 
—Sí, mucho!
—Anda, ahora dame un beso —me dijo. Y corrí debajo del muérdago y la besé. 
—Feliz Navidad cariño!

Churrasco

Bruce Vaughan como la mayoría de sus compañeros del Regimiento 369 de infantería, estaba pasando la noche húmedo y temblando de frío. Sin embargo, agradecía en secreto que a diferencia de sus compañeros contaba con una mínima protección del maltrecho campanario en el que se encontraba encubierto. Usando su aliento de vez en cuando para tratar de mantener sus dedos calientes. había pasado buena parte de los últimos meses luchando contra los alemanes. Y ahora, en alguna parte de Bélgica, sus días y noches estaban marcados por un ciclo interminable de insomnio, miedo, galletas rancias y cigarrillos demasiado húmedos para fumar (eso solo durante el día).

«Aquí estoy, en este horrible nido despedazado» —Escribió Vaughan en su libreta— «A millas y millas de casa. frío, mojado y cubierto de polvo. No parece que tenga la menor posibilidad de irme, excepto en una ambulancia». Meditó esa idea fugazmente, pero no dejaría a sus compañeros desprotegidos. Al sargento Mailsteam y cerca de veinte hombres que yacían a la intemperie, en las trincheras apestosas allí abajo. A unos 200 metros al oeste de las trincheras enemigas.

Aproximadamente a las 00:00 horas, Vaughan escuchó un ruido leve, un murmullo de voces. Apuntó la mira hacia donde creía provenía el sonido. No se veía nada en las trincheras enemigas. Luego, como solía hacer durante sus eternas guardias nocturnas, se habló a sí mismo.

¿Escuchas a esas ratas? no, no es normal que causen ese alboroto allí, ahora. Las escucho, sí —se respondió y permaneció inmóvil algún tiempo hasta que descubrió que los murmullos en realidad eran voces cantando villancicos— Pero menudos imbéciles. Como asomen una cabeza… —Lo interrumpió una voz desde las profundidades de las trincheras enemigas. La voz era de un soldado hablando en inglés con un fuerte acento alemán que gritó: ¡Ven aquí!.

Vaughan se acomodó buscando desesperadamente algún movimiento, pero nada. El sargento Mailsteam respondió a gritos: ¡¿Por qué mejor no vienes tú?!

En un silencio total ambos bandos aguardaron la respuesta: ¡No! ¡tu vienes la mitad, yo voy la otra mitad! ¡Tenemos vino!

¡Y nosotros churrasco! —grito sarcásticamente el sargento y sus compañeros estallaron en risas. De pronto, se asomó una mano que sostenía una botella de vino con la mitad de su contenido, luego se incorporó el dueño de esa mano. Un oficial que sonreía y levantaba ambas manos en señal de tregua. En las trincheras varios gritos de «no disparen» resonaron. El sargento Mailsteam se acercó al oficial alemán, intercambió unas palabras inaudibles y finalmente estrecharon sus manos vigorosamente. Luego Mailsteam se volvió y gritó:

¡De acuerdo muchachos, compartiremos esta noche y retomamos mañana!

Vaughan apuntaba al oficial alemán con su mira. Podía hacer un tiro perfecto a la cabeza, el cual seguramente le merecería una medalla de honor. Pero muy dentro de sí, sabía que acabar con esa pequeña y extraña tregua no sería nada honorable. Y soltó el aire de sus pulmones deponiendo su rifle.

Que demonios, es víspera de Navidad.

No es reseña, es mi opinión de: Cielo de Medianoche

Acabo de ver «Cielo de Media noche» dirigida por George Clooney con las expectativas quizás demasiado altas, aunque  quizás no, porque se trata de uno de los estrenos más esperados de estas navidades en las plataformas donde se estrenó.

Esta historia post-apocalíptica muestra la perspectiva de Augustine (George Clooney). Un científico que ha decidido una vida ermitaña y aislada en el Ártico y que intenta evitar que Sully (Felicity Jones) y su tripulación de astronautas regresen a la Tierra y encuentren una misteriosa catástrofe global.

Clooney dirige esta adaptación de la aclamada novela de Lily Brooks-Dalton «Good Morning, Midnight» con un ritmo pausado y una realización técnica impecable siguiendo el patrón de anteriores productos dirigidos por Clooney, como «Buenas noches y buena suerte», donde el estilo «Clooneyano» se ha caracterizado por reflejar una perspectiva intimista, de ritmo contenido pero que siempre busca estimular la empatía del espectador.

Con «Cielo de medianoche» esperábamos una epopeya espacial sobre la soledad y la supervivencia. Y debo decir que eso es precisamente lo que nos encontramos, aunque más centrada en el aspecto del aislamiento.

En este sentido «Cielo de medianoche» puede ser algo decepcionante para algunos espectadores. Prácticamente el toda la historia transcurre en la estación en la Antártica donde Augustine comparte los días con una niña (asumo que es ficticia) y lucha por evitar perder el control y acabar terminar loco por la soledad. Gran parte dela película te hace pensar en la importancia de tener medios para contactar, no con alienígenas, sino con otros supervivientes de la raza humana para evitar perder toda esperanza de sobrevivir.

Debo advertir que la película es lenta y se hace complicada de ver del tirón (al menos sin dar una cabezadita). Sin embargo confieso que a pesar de no tener un gran metraje (1h 58min) da la impresión de que toda la buena puesta en escena, la fotografía espectacular, los primero planos, los paisajes polares y los espaciales no son sino un telón de fondo para justificar el relato del personaje de Augustine, de su manera de lidiar con la soledad y con el desahucio (la ausencia de futuro).

Técnicamente la película es impecable. George, logras muchos planos preciosos… really George. Pero no logras de enganchar al espectador. A los personajes les falta empatía y el desenlace no lleva a ninguna conclusión efectiva. Para mi gusto personal, el desenlace debía ser mucho más emotivo de lo que es. Necesito drama George!

En resumen, «Cielo de medianoche» excelente en su realización pero no logra el anhelado enganche. Posiblemente se trate del trabajo más íntimo de un Clooney que sigue demostrando que es capaz de crear imágenes potentes y bellas, pero le falta el respaldo de un guion sólido y personajes complejos.

Allí donde nunca he viajado por E. E. Cummings (fragmento)

He leído este fragmento esta mañana y me he emocionado como una niña. Lo había escuchado antes, pero la poesía tiene su tiempo y lugar. A mí me ha llegado hoy.

El autor es E. E. Cummings, poeta, pintor y dramaturgo estadounidense (1894-1962). Necesito guardarlo (aunque dudo que lo pueda olvidar en mi vida), y no se me ocurre mejor lugar para tenerlo 💕


«Con solo mirarme me liberas.
Aunque yo me haya cerrado como un puño,
siempre abres pétalo a pétalo mi ser,
como la primavera abre con misteriosa destreza su primera rosa.

O si deseas cerrarme, yo y
mi vida nos cerraremos muy hermosa y súbitamente,
como cuando el corazón de esta flor imagina
la nieve cayendo cuidadosamente por doquier.

Nada que hayamos de percibir en este mundo iguala
la fuerza de tu intensa fragilidad, cuya textura
me somete con el color de sus campos,
retornando a la muerte y la eternidad con cada respiro.

(Ignoro tu destreza para cerrar y abrir,
solo algo en mí entiende
que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas)
Nadie, ni siquiera la lluvia tiene manos tan pequeñas.


Mejor escribo

Ya medité,

organicé los cables de mi cerebro,

me depilé,

viajé,

me mojé bajo la lluvia,

intenté navegar,

sudé llorando,

dibujé cantando,

besé tus fotos,

busqué un nuevo regalo,

lo probé,

lo abracé,

lo forré,

firmé una tarjeta,

simulé entregártelo,

sonreí,

viajé otra vez,

compré un libro,

encontré otro,

pensé en llamarte…

luego pensé, mejor escribo.

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